viernes, 19 de junio de 2009

Callejeando


Esta mañana he ido a la librería El Buscón. Con todo esto del ajetreo de las ferias del libro y del final de curso hacía casi un mes que no me pasaba por allí. A Antonio lo he encontrado tan atento como de costumbre. Entre unas cosas y otras, hemos estado casi una hora charlando sobre los últimos números de este circo de pulgas que es la vida literaria extremeña. Cuando salí de El Buscón, me encontré en una de las calles cercanas con una cafetería llamada La casa del poeta. Y, claro, con ese nombre no pude resistir la tentación de entrar a echarle un vistazo.



El zumo de naranja me sirvió como excusa para hacerle alguna que otra foto.



Luego, al doblar una esquina, casi se me corta la digestión por culpa de la placa que indicaba el nombre de la siguiente calle. Ya me parece mal que en esta supuesta sociedad laica se empleen referencias religiosas para el callejero, pero lo de la imagen de marras es el colmo.

Me desquité acercándome hasta el Gran teatro. El bullicio en la taquilla de gente que compraba entradas para las representaciones del fin de semana me devolvió la sonrisa. Estos actores al menos se quitan el maquillaje después de cada función.

1 comentario:

  1. queconste que soy ateo, pero huy qué tópico y qué blandito.

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