domingo, 20 de junio de 2010

El Síndrome de Stendhal en mi propia ciudad

La terraza de La Traviata

Ayer por la tarde estuve y no estuve en Cáceres.
Habíamos salido con los niños a comer fuera y, después, decidimos ir a dar un paseo por la calle Pizarro. Queríamos ver qué tal había quedado La Fundación Helga de Alvear, que se había inaugurado un par de semanas antes.
Como el Centro abría a las seis, tuvimos ocasión de disfrutar del fantástico aire bohemio que el barrio ha adquirido en muy poco tiempo. Porque en la zona de Pizarro se han ido abriendo locales de lo más original, nada habituales en una ciudad tan provinciana como ésta.

Cabeza de ratón, mitad galería, mitad tienda alternativa o cueva de las maravillas.


En el María Mandiles también había una exposición.



El taller de encuadernación Roma, donde aún pueden comprarse libros realizados de manera artesanal.

La bajada a la terraza de La Caballeriza.


Dos buenos sitios donde comer bastante bien: El paladar de Felisa y El callejón del gato.


La Habana es un bar en la planta baja y la cueva de Alí-Babá (sin ladrones) en las dos siguientes.





Pero, sin duda, lo mejor vino al final. La Fundación Helga de Alvear es un centro de arte contemporáneo de categoría internacional. Fue fantástico, deslumbrante. Casi me arrodillo cuando me encontré, por ejemplo, una obra de Andy Warhol y otra de Juan Muñoz. Hasta hace nada, para poder disfrutar de algo parecido uno tenía que ir al Reina Sofía de Madrid, al Patio Herreriano de Valladolid o al MUSAC de León. Así que no podía creerme que todas aquellas maravillas estuviesen al lado de casa.



Y la cosa no acabó ahí. Porque a apenas treinta metros acababa de inaugurarse la galería de arte Casa sin fin, que dirigen tres personas con talento y sensibilidad: Julián Rodríguez, Juan Luis López Espada e Inés Fajardo. De mi admiración por Julián (quien además lleva la editorial Periférica) ya he hablado en varias ocasiones. La instalación que inicia la serie de exposiciones en la galería es de Joan Fontcuberta: Blow up Blow up. E incluso se ha publicado un libro, a modo de catálogo, para la ocasión.


En fin, que llegué a casa mareado por tantas sensaciones juntas. Como si hubiese regresado de un viaje muy largo.

1 comentario:

  1. Suele ocurrir amigo, tener el cielo a la altura de la mano y un día descubrir que no es un sueño...Me alegro por ese viaje...Al final, todos crecemos...incluyendo a las ciudades...En horabuena. Até logo. Beijinhos à familia. Tino

    ResponderEliminar